FRÁCTAMA - C. 13
XIII
–Todas las relaciones dejan una enseñanza,
hasta lo no logrado. Las realidades y los tiempos existen todos a la vez -
repasaba Áctavas en un rezo repetido que la llevaba a la meditación. –Tengo
recuerdos del futuro y de otras vidas. Debo transitar otro camino para no caer
en el autoengaño-. Esos eran los pensamientos que inundaban su gnosis a medida
que avanzaba por sus errantes días. Fue entonces que de su cuello un amuleto
comenzó a vibrar con cadencia de latidos. Su cuerpo entero tuvo que girarse por
completo. Ella alzó la mirada al tiempo que quitó su capucha. Algo brillante en
el cielo la estaba convocando. Una fuerza extrañamente conocida clamaba su
nombre.
Sin perder un instante se internó en el bosque
de las siete colinas y marchó en línea sinuosa hasta encontrar un claro donde
no se sintiera observada. Detuvo su marcha, quitó su colgante del cuello y
abrió la cápsula. La luz se hizo tan brillante como un amanecer. La piedra que
contenía se suspendió en el campo e imitó lo acontecido con el núcleo de la
hechicera. Antes que el pueblo de Fráctama despertara, ella ya se encontraba en
viaje hacia el llamado del cielo.
A una gran distancia, bajo las garras de Nang
se entretejía un terreno mixto entre arena, piedra, humus y vidrio en continuo
movimiento. Llevaría un tiempo para que la superficie se defina y compacte.
Todo era asombroso, exacto e increíble. Como si por la eternidad los engranajes
de una gran maquinaria hubiesen estado esperando completar su misión. Cada
partícula se movía siguiendo un patrón determinado de gran ingenio. Crecieron
colinas, brotaron manantiales, la vegetación comenzó a emerger de la nada, el
aire se volvió respirable y la temperatura templada.
Luego de un tiempo considerable devino la
calma. Como si la obra estuviera concluida. Nang se retiró a un lugar donde
emplazó su tienda gitana con la impresión de haber encontrado el sitio para
enraizar. La puerta de entrada a su morada estaba orientada hacia un punto
austral, como si de alguna manera misteriosa desde allí pudiera ver o imaginar
Fráctama. Al menos un haz de luz y polvo estelar dibujaban un puente en la
noche que la invitaban a soñar con un encuentro esperado.
De repente, sin aviso, la noche se volvió día.
Sorprendida por la luminosidad, la sibila se incorporó de prisa y salió a ver
qué era ese suceso tan extraño. Una bola de fuego suspendida en el cielo
colmaba de energía la atmósfera y se acercaba lentamente para girar a la misma
velocidad que el núcleo local. Una vez emparejados los astros, cortando la
resplandecencia, Nang adivinó una silueta en el horizonte que se dirigía hacia
allí. Esperó impaciente, su pulso se aceleró, recordó unas oraciones que la
tranquilizaban cuando niña y las repitió una y otra vez. En un momento, y a una
distancia considerable, la figura se detuvo, retiró su velo y descubrió su
rostro.
No deje de escribir nunca amigo querido! Gracias x compartir conmigo!
ResponderBorrarSi usted me lo pide así será!!! Muchas gracias amiga por acompañarme en esta empresa. Abrazo.
Borrar