FRÁCTAMA - C. 12
XII
El nuevo centro de luz continuaba creciendo y
transformando a su portadora a medida que viajaba por el túnel espejado. Del
otro lado parecía ensancharse a la par que el propio sendero se estrechaba.
Nang se estiró en toda su longitud para que sus extremidades no rosaran la
superficie. En un momento la situación se tornó incomprensible. La velocidad
hacía que las imágenes se volvieran borrosas y un sonido cavernoso comenzó a
zumbar sin freno. En menos de lo esperado apareció frente suyo una especie de
membrana tejida por quién sabe qué magia y fue tan solo atravesarla para sentir
un dolor desgarrador en todo su cuerpo y darse cuenta que se encontraba en el
pasaje contiguo. En ese instante dudó si la Nang que había de este lado era
ella o su reflejo.
La
sacudió un impulso mayor, como si se tratara de una succión irrefrenable. Tornó
la cabeza por sobre su hombro y vio cómo iban quedando atrás sus recuerdos en
formas de láminas que volaban alborotadas por una fuerza centrífuga. Volvió a
centrar su mirada al frente buscando concentración cuando de repente comenzó a
divisar su gran mañana. Una zona de luz cálida la abrazó hasta dejarla en
calma. El núcleo ya la había superado en tamaño y por sí solo se desprendió de
sus garras y viajó al frente impulsado por una fuerza magnética indescriptible.
Atravesaron el último tramo del ducto para encontrarse con un afuera inmenso y
luminoso.
La
piedra de cristal se elevó por los cielos hasta que se posó en un punto
invisible sobre el que comenzó a girar armónicamente. Alrededor de él se formó
una estela de arena y seda que lo vestía de gala. Nang tuvo que prestar
atención para esquivar las partículas de minerales y polvo atraídos
hacia la luz. El proceso de la creación más maravillosa que habían visto esos
ojos estaba sucediendo para asombro de su única espectadora. En poco tiempo el
núcleo se volvió tan poderoso como el original y de una manera inexplicable se
generó una atracción entre los dos. Se crearon nuevos pasajes, vías y
conexiones como terminales nerviosas luminosas que enlazaron distintos astros
de paso hasta lograr espejar el nuevo mundo con Fráctama. Nang, que no salía de
su asombro pensó en qué diría Marás si pudiera estar ahí. Algo le decía que de
alguna manera él la acompañaba.
En
la otra punta de la galaxia, su compañero se fascinaba con el espectáculo que le
regalaba su telescopio. Emocionado hasta sus vísceras, llamó a Ral para
compartir su descubrimiento. Una vez juntos, Marás señaló el visor. Su amigo se
dirigió diligente, acomodó su cuerpo y cabeza para escudriñar la novedad. Se
quedó en esa posición más de la cuenta. En un salto sincopado volteó para mirar
la cara de su compañero esperando una explicación. –¿Qué tienes para decirme
querido amigo? ¿De qué se trata todo esto? – A lo que Marás respondió con fuego en su
mirada –¿De qué se trata? ¡De Nang! ¿De quién más? ¡La he encontrado gracias a
una hermosa casualidad y aunque no creas en las casualidades así es! – Se
acercó sigilosamente al oído de su compañero y le dijo mientras señalaba el
camino –Si observas bien te darás cuenta que la diferencia es la estrella del
día.
Lectores de ahora y de siempre. Les comparto un nuevo capítulo de esta historia que se acerca a su desenlace. Infinitas gracias!
ResponderBorrarMuy buena publicación me encanta
ResponderBorrarQué alegría me da tu comentario!!! Muchas, muchas gracias por tu devolución. Abrazo.
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